Nos repartimos los largos equitativamente entre Xavier De Viala, el mencionado Jaume y yo mismo de tal manera que disfrutamos un montón y acabamos satisfechos.
Debo reconocer que esta ascensión me ha traido muy buenos recuerdos de juventud, aunque he substituido gran parte del ímpetu, arrojo y fuerza por experiencia, recursos y técnica para resolver los pasajes complicados que encontramos. Haciendo una mención expresa al material que permite manejarse con un mayor margen de soltura y confianza.
La lástima fué no llevar una cámara fotográfica para plasmar algunos de los momentos vividos, como por ejemplo la puesta de sol pintando de naranja la Punta Alta.
El dia hubiera sido perfecto de no ser por el caótico descenso por el valle posterior que nos obligó a hacer un par de rápeles cortos para salvar algunos pasajes complicados.
Agradecemos en gran manera la paciente espera de Andreu para devolvernos al punto de partida.